La
República romana, en el siglo II a.C., diseñó un novedoso sistema
para obtener fondos. Las conquistas militares iban ampliando su
territorio y el cobro de impuestos en las nuevas provincias se
privatizó. Las empresas privadas acudían a una subasta pública y
los contratistas -los publicanos- que realizaban la puja más alta se
hacían con el servicio de recaudación de impuestos. Todo el dinero
que pudieran conseguir por encima del valor que habían pagado en la
subasta se convertía en ganancias. Es fácil comprender que las
poblaciones conquistadas eran sometidas, entre otros abusos, a una
brutal extorsión. Cuanto más las exprimían con impuestos, mayores
eran los beneficios de la compañía privada.
Dos
mil años más tarde el sistema se ha perfeccionado. Los servicios
públicos básicos están siendo desmantelados a través de las externalizaciones (que los dioses nos protejan de los eufemismos). Ahora
no son las empresas privadas las que pagan al Estado para hacerse con
determinado servicio, son las instituciones las que pagan a las
empresas para que gestionen el servicio. Se supone que las
instituciones se ahorran algo de dinero porque la empresa cubre el
servicio con menos coste que el que le generaba cuando el Estado lo
gestionaba directamente.
Tampoco
hay que ser muy perspicaz para comprender que cuando se privatiza un
servicio público por menos dinero del que le costaba a la
correspondiente institución sus consecuencias son evidentes: los
beneficios de la empresa se obtienen con un deterioro del servicio y,
sobre todo, gracias a la sobrexplotación de los trabajadores y
trabajadoras.
La
Consejería de Educación de Canarias comenzó la privatización de algunos de sus servicios hace varios años. Tal
circunstancia se va extendiendo desde los servicios de limpieza a los
de conserjería, pasando por determinados servicios de atención al
alumnado.
En
el año 2016 la Consejería de Educación contrató a la empresa
Aeromédica Canaria S.L. para “la prestación de los servicios
necesarios para la atención a los alumnos con discapacidad
intelectual, motora, visual, auditiva o con trastornos graves de
conducta escolarizados en centros educativos dependientes de la
Consejería de Educación y Universidades, (...) con la
finalidad de facilitar la integración de ese alumnado en el sistema
educativo ordinario” (BOC de 3 de mayo de 2016). La empresa
fue contratada por la sustanciosa cantidad de aproximadamente 13
millones de euros, aunque en el anuncio publicado no se especifica la
duración del contrato.
Se
trata, pues, de trabajadoras cualificadas (las mujeres son mayoría
abrumadora en este servicio de atención al alumnado) que han sido
contratadas por una empresa privada que ha sido contratada por una
institución pública. La mayoría de los contratos son de 25 horas
semanales. La nómina tipo (las hay más bajas) es de 800 euros
brutos que, realizados los pertinentes descuentos, se queda en 733
euros a percibir. Las cuentas son claras: esas trabajadoras están
atendiendo al alumnado con necesidades especiales por 7 euros a la
hora.
No
es consuelo que determinados oficios en el sector privado estén peor
remunerados y sometidos a pésimas condiciones. La Consejería de
Educación de Canarias explota a una parte de sus trabajadoras al
tiempo que una empresa privada se lucra con la explotación. ¿Podría
la consejera, Soledad Monzón, vivir con 700 euros al mes?, ¿no les
da vergüenza que el cuidado y la atención de nuestro alumnado más
necesitado se base en el descuido, la desatención y la explotación
de sus trabajadoras?
Una nómina ignominiosa
Tremendo, no tenía constancia de esto. Explotarnos legalmente.....al igual que cuando quieren externalizar cualquier servicio que les supone mucha dolor de cabeza, lo dejan morir y ya tienen argumemto válido para hacerlo y asi con todo....buen artículo.
ResponderEliminarLo leí de cabo a rabo. Gracias por cómo te explicas y la exposición de lo triste de estos servicios privatizados. Seguiremos trabajando dando lo mejor a nuestras niñ@s porque es vocacional.. Aunque cobremos así. Una ILSE
ResponderEliminarPropongo externalozar a los políticos y que cobren 800 euros a ver si son capaces.
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