(Ángel Jové, el Distinguido)
Pocos oficios hay tan
privilegiados como el de de ser un empresario turístico en Canarias. El turismo
en esta tierra es una actividad económica descontrolada. Es absolutamente
imposible saber cuánto capital mueve, cuánto empleo genera, cuánto dinero público
recibe, qué parte de la tasa de beneficios se queda en Canarias, qué cantidad
de recursos naturales consume. Solo
existen estimaciones que, en su gran mayoría, son vendidas mediáticamente por
las patronales turísticas; las mismas patronales que organizan congresos y simposios
(financiados con dinero público) para
que el profesorado universitario de Canarias avale con sus informes a la carta
las virtudes de la actividad.
Solo dos datos: El empresariado
turístico es –junto el constructor- el más beneficiado por ese robo legal que
es la RIC, mecanismo por el que se dispensa a los ricos de la sufrida carga de
pagar impuestos. Y, por otro lado, esta elite privilegiada cuenta, en cada una
de las islas, con un ente público –el Patronato de Turismo- que sirve
básicamente para dos cosas: para hacerles las campañas publicitarias a los
empresarios turísticos con nuestro dinero y para enchufar a cargos de confianza
que se meten la vida soñada tribulando por esos mundos de ferias y marketing hortera.
Por una sentencia del Tribunal
Supremo nos acabamos de enterar que uno de los mayores imperios turísticos
españoles, Anjoca, ha sido condenado a
devolver algo más de cuatro millones de
euros a las arcas del Estado.
La historia es la siguiente: a
partir de 2003 la empresa Anjoca Canarias S.L. (cuyo máximo accionista es Ánjel Jové), construyó tres hoteles de cuatro
estrellas, uno de cinco estrellas y un campo de golf en El Castillo, municipio
de Antigua (Hoteles Elba). Recordemos que además le permitieron construir
playas artificiales delante de sus hoteles destruyendo un importante yacimiento
paleontológico. Para que entendamos a qué tipo de empresa nos referimos baste
mencionar que su cifra de negocio de 2016 fue de 107 millones de euros.
Para construir esos hoteles y
campo de golf, Anjoca recibió una subvención de 15’2 millones de euros del Estado a través de un instrumento
denominado Zona de Promoción Económica de Canarias. Anjoca Canarias se comprometía a mantener
durante dos años 508 puestos de trabajo.
Solo creó 373, de ahí que tenga que devolver la parte proporcional más
los intereses de demora.
Que a una empresa que mueve más
de cien millones de euros anuales se le conceda una subvención de 15 millones,
independientemente de su cumplimiento, explica diáfanamente cómo está diseñado
el sistema: el dinero de las clases trabajadoras se destina a aumentar la tasa
de beneficios del gran capital.
Ángel Jové fue bendecido en el
año 2014 por el Cabildo de Fuerteventura –a través, cómo no, del Patronato- con
el premio Playas de Oro en un certamen trasnochado que se denomina Distinguidos
del Turismo. Se distinguió, como hemos leído, por haberse mamado cuatro
millones de euros de nuestro dinero. Además del dinero que debe de devolver no
estaría de más que devolviera un premio inmerecido.