(Imagen tomada de www.rtvaguacabra.com) |
El lunes 21 de
enero asisto en Puerto Cabras a una reunión de la Mesa Ciudadana por el Derecho
a una Sanidad Universal. A estas reuniones acuden, desde el mes de junio de
2012, personas y colectivos que luchan por el restablecimiento de un derecho
humano fundamental abolido por un Decreto Ley del Gobierno de España y
aplicado, al contrario de lo que hacen otras Comunidades Autónomas, por el
Gobierno de Canarias. Al finalizar la reunión, una de las asistentes nos cuenta
esperpénticas historias generadas por los recortes en la sanidad pública y por
los desmanes ocasionados por la reforma que, desde hace ocho años, afecta al
Hospital Insular de Fuerteventura. Quien nos relata las historias -a medio
camino entre lo cómico y lo tenebroso- es una médica con décadas de experiencia
profesional. Le solicito permiso para tomar nota para un artículo de opinión.
No pone impedimento, advirtiéndome que son datos conocidos por parte de los
profesionales que trabajan -y padecen- los recortes y la desastrosa reforma del
hospital majorero. Entre las historias que cuenta resalta una que nos deja a
los asistentes boquiabiertos. Nuestras caras de incredulidad hacen que la
repita con detalle. Me mira y me pregunta cuánto mido de altura; le contesto
que un metro ochenta y siete centímetros. Me anima, con socarronería, para que
no me enferme ni me accidente de gravedad, por lo menos no de tal gravedad que
obligue a una evacuación aérea a Gran Canaria. Nos explica que el actual
helicóptero que presta los servicios de evacuaciones de emergencia es tan
pequeño que ninguna persona de más de un metro ochenta puede ser trasladada
acostada en él. No sabemos si reírnos o llorar. Apunto otros datos
sorprendentes dignos de un hospital gestionado por los hermanos Marx. La
profesional que nos ha contado las historias es una persona comprometida, una
luchadora, y en las múltiples reuniones que hemos mantenido siempre ha expuesto
su opinión de manera diáfana, sin lugar para la ambigüedad. Insiste, en sus intervenciones, en que la sanidad pública española y canaria está volviendo a la Beneficiencia. No
dudo, a pesar de lo increíble, de la historia del helicóptero, pero decido darme
un tiempo antes de escribir un artículo para confirmar el dato consultando con
otros profesionales. Seguimos un rato hablando de helicópteros y helipuertos.
Comento que hace algunos años los pilotos que prestan el servicio denunciaron
que, para el traslado nocturno de emergencia desde Morro Jable a Puerto del
Rosario o Gran Canaria, el helicóptero aterrizaba en Morro Jable gracias a
algunos vecinos que disponían sus coches en el perímetro alumbrando con sus
focos. El helipuerto de aquella localidad no disponía de luz que garantizara la
maniobra. Desconozco si después de la denuncia se corrigió semejante tropelía.
El lunes 28 acudo a
mi centro de trabajo. Paso lista al inicio en una de las clases de primero de
bachillerato. Jorge Rebordinos no está. Sus compañeros me informan de que
sufrió un atropello en Corralejo y que se encuentra en estado grave. Al
finalizar la clase pregunto a algunos colegas residentes en el norte de
Fuerteventura y me confirman la gravedad de su estado. El atropello tuvo lugar
en un paso de peatones; Jorge practicaba footing.
Al día siguiente un
compañero de trabajo me informa que Jorge tuvo que ser trasladado a Gran
Canaria. Al mediodía enciendo la televisión. El informativo canario de TVE
anuncia en su portada que Jorge Rebordinos, y su familia, tuvo que esperar
más de diez horas para poder ser evacuado a aquella isla. Llega la noticia. El
padre y la madre, con una serenidad que sobrecoge, exponen y denuncian los
pormenores. Después del atropello la ambulancia lo traslada al centro de salud
de Corralejo y de ahí al Hospital de Fuerteventura. Por carecer este hospital
de servicio de neurocirujía y dado el carácter grave del estado del joven se
ordena su evacuación. Se les informa a los padres que será cuestión de no más
de una hora. A las dos horas les comunican que, por medir más de un metro
ochenta centímetros, no cabe en el helicóptero y que debe ser trasladado en
una avioneta. La evacuación se efectuó diez horas después de la orden.
Cualquiera puede
ponerse en la piel de unos padres que vivieron con angustia una espera
interminable. Y a nadie se le escapa que tras un traumatismo cráneo-encefálico
como el sufrido por Jorge las primeras horas son cruciales, a veces la vida
misma depende de la urgencia y los medios con que se intervenga. Pero alguien, en algún despacho, ha decidido
que en Fuerteventura esas vidas son efectos colaterales asumibles, si mides más
de un metro ochenta.
Puede consultar las declaraciones de los padres en:
(Del minuto 7 al 10'30 aprox.)