viernes, 1 de febrero de 2013

Crónica de un intento de homicidio administrativo


(Imagen tomada de www.rtvaguacabra.com)
El lunes 21 de enero asisto en Puerto Cabras a una reunión de la Mesa Ciudadana por el Derecho a una Sanidad Universal. A estas reuniones acuden, desde el mes de junio de 2012, personas y colectivos que luchan por el restablecimiento de un derecho humano fundamental abolido por un Decreto Ley del Gobierno de España y aplicado, al contrario de lo que hacen otras Comunidades Autónomas, por el Gobierno de Canarias. Al finalizar la reunión, una de las asistentes nos cuenta esperpénticas historias generadas por los recortes en la sanidad pública y por los desmanes ocasionados por la reforma que, desde hace ocho años, afecta al Hospital Insular de Fuerteventura. Quien nos relata las historias -a medio camino entre lo cómico y lo tenebroso- es una médica con décadas de experiencia profesional. Le solicito permiso para tomar nota para un artículo de opinión. No pone impedimento, advirtiéndome que son datos conocidos por parte de los profesionales que trabajan -y padecen- los recortes y la desastrosa reforma del hospital majorero. Entre las historias que cuenta resalta una que nos deja a los asistentes boquiabiertos. Nuestras caras de incredulidad hacen que la repita con detalle. Me mira y me pregunta cuánto mido de altura; le contesto que un metro ochenta y siete centímetros. Me anima, con socarronería, para que no me enferme ni me accidente de gravedad, por lo menos no de tal gravedad que obligue a una evacuación aérea a Gran Canaria. Nos explica que el actual helicóptero que presta los servicios de evacuaciones de emergencia es tan pequeño que ninguna persona de más de un metro ochenta puede ser trasladada acostada en él. No sabemos si reírnos o llorar. Apunto otros datos sorprendentes dignos de un hospital gestionado por los hermanos Marx. La profesional que nos ha contado las historias es una persona comprometida, una luchadora, y en las múltiples reuniones que hemos mantenido siempre ha expuesto su opinión de manera diáfana, sin lugar para la ambigüedad. Insiste, en sus intervenciones, en que la sanidad pública española y canaria está volviendo a la Beneficiencia. No dudo, a pesar de lo increíble, de la historia del helicóptero, pero decido darme un tiempo antes de escribir un artículo para confirmar el dato consultando con otros profesionales. Seguimos un rato hablando de helicópteros y helipuertos. Comento que hace algunos años los pilotos que prestan el servicio denunciaron que, para el traslado nocturno de emergencia desde Morro Jable a Puerto del Rosario o Gran Canaria, el helicóptero aterrizaba en Morro Jable gracias a algunos vecinos que disponían sus coches en el perímetro alumbrando con sus focos. El helipuerto de aquella localidad no disponía de luz que garantizara la maniobra. Desconozco si después de la denuncia se corrigió semejante tropelía.

El lunes 28 acudo a mi centro de trabajo. Paso lista al inicio en una de las clases de primero de bachillerato. Jorge Rebordinos no está. Sus compañeros me informan de que sufrió un atropello en Corralejo y que se encuentra en estado grave. Al finalizar la clase pregunto a algunos colegas residentes en el norte de Fuerteventura y me confirman la gravedad de su estado. El atropello tuvo lugar en un paso de peatones; Jorge practicaba footing.

Al día siguiente un compañero de trabajo me informa que Jorge tuvo que ser trasladado a Gran Canaria. Al mediodía enciendo la televisión. El informativo canario de TVE anuncia en su portada que Jorge Rebordinos, y su familia, tuvo que esperar más de diez horas para poder ser evacuado a aquella isla. Llega la noticia. El padre y la madre, con una serenidad que sobrecoge, exponen y denuncian los pormenores. Después del atropello la ambulancia lo traslada al centro de salud de Corralejo y de ahí al Hospital de Fuerteventura. Por carecer este hospital de servicio de neurocirujía y dado el carácter grave del estado del joven se ordena su evacuación. Se les informa a los padres que será cuestión de no más de una hora. A las dos horas les comunican que, por medir más de un metro ochenta centímetros, no cabe en el helicóptero y que debe ser trasladado en una avioneta. La evacuación se efectuó diez horas después de la orden.

Cualquiera puede ponerse en la piel de unos padres que vivieron con angustia una espera interminable. Y a nadie se le escapa que tras un traumatismo cráneo-encefálico como el sufrido por Jorge las primeras horas son cruciales, a veces la vida misma depende de la urgencia y los medios con que se intervenga.   Pero alguien, en algún despacho, ha decidido que en Fuerteventura esas vidas son efectos colaterales asumibles, si mides más de un metro ochenta.


Puede consultar las declaraciones de los padres en:

(Del minuto 7 al 10'30 aprox.)