(Dos virreyes firmando una nueva capitulación)
En febrero de 2009 realizamos varias presentaciones del libro
Tindaya: el poder contra el mito en Euskal Herría. Nos
sorprendieron tres cosas. En primer lugar el gran conocimiento que
tenía una parte de la población sobre un proyecto que se iba a
realizar a más de dos mil kilómetros de su territorio. En segundo
lugar la actuación de los medios de comunicación tradicionales:
fueron a las ruedas de prensa, realizaron entrevistas y las
publicaron o emitieron certeramente, sin ningún tipo de censura y
sin plegarse a presiones externas. Esto, que no debiera sorprendernos,
nos llamó la atención porque sabíamos del funcionamiento de los
medios canarios. Un año antes, cuando presentamos el libro en
Fuerteventura, el periódico Canarias7 publicó un reportaje muy
atinado sobre la defensa de Tindaya como símbolo de nuestra historia
y nuestra naturaleza. Alguien, desde el Cabildo de Fuerteventura,
ostensiblemente nervioso, llamó a la redacción del periódico. Al
día siguiente el mismo periódico publicó dos páginas con
opiniones exclusivas de aquellos que quieren destruir la Montaña.
Pero si algo nos llamó la atención en aquella gira por tierras
vascas fue una situación que se repitió, invariablemente, en todas
y cada una de las seis presentaciones que realizamos. Al iniciarse
los debates con el público asistente siempre hubo alguien que, matiz
abajo, matiz arriba, realizaba la siguiente intervención: Por lo
que hemos entendido detrás de la obra de Tindaya hay mucho dinero.
Pues lamentamos decirles que si hay mucho dinero allí estarán los
Chillida.
Chillida Leku
En 2011 el museo Chillida
Leku, que reunía y exponía una importante parte de la obra del
artista Eduardo Chillida, cerró sus puertas. La familia fue incapaz
de hacer una gestión eficaz del espacio a pesar de las ingentes
cantidades con las que el Gobierno Vasco lo había subvencionado. Se
realizaron negociaciones entre el Gobierno y la familia para evitar
su cierre. La razón definitiva para que no prosperase el acuerdo fue
que el Gobierno Vasco se negó a que, si se subvencionaba o adquiría
el museo con dinero público, el control del museo quedara en manos
de los Chillida.
En aquel momento, nuestro
Lehendakari, Mario Cabrera, que no es de Bilbao pero como si lo
fuera, le ofreció ipso facto a la familia Chillida traerse el museo
a Fuerteventura. Los Chillida no debieron ver negocio en la propuesta
-quizás porque saben que el Cabildo majorero es incapaz de gestionar
eficazmente sus propios centros de ocio y museos- y declinaron
cortésmente la propuesta de nuestro Lehendakari. Había otros
negocios más suculentos.
¿Cesión gratuita?
En enero de 2015 se
reúnen, en Madrid, Paulino Rivero, Mario Cabrera (por la parte tonta
del encuentro) y dos empresarios (por la parte lista), Gonzalo
Calderón representando a Zabalaga Leku (la empresa donde
están los ocho hijos de Chillida) y Lorenzo Fernández Ordoñez que
representa a su propia empresa, Estudios Guadiana. De esa
reunión sale un bochornoso acuerdo: la parte lista del contrato
impone sus condiciones y la parte tonta le entrega nuestro patrimonio
natural y cultural gratuitamente a la parte lista. A ese acuerdo lo
denominaron Cesión gratuita de los derechos de explotación de la
obra Montaña de Tindaya. Ya.
En esa reunión se
acuerda crear una fundación pública, siempre y cuando consideremos
pública como animal de compañía. La reunión para crear la
fundación tiene lugar en Hernani (no les fuera a salir un sarpullido
si la hacían en Canarias) y en ella los Chillida y Fernández
Ordóñez imponen sus condiciones: cualquier decisión importante
sobre el proyecto -sobre todo en cuestiones económicas- deberá pasar
por la Comisión Artística que emitirá informe vinculante
sobre: el presupuesto de la obra, las condiciones del contrato de
obra y las de su futura explotación comercial y la dirección de la
obra (que queda en manos de Fernández Ordóñez).
La Comisión Artística
está formada por seis personas: dos representan al Gobierno de
Canarias, una al Cabildo de Fuerteventura y tres a la empresa de los
Chillida. Por si les parecía poco: la presidencia de la Comisión
Artística corresponde a los Chillida quienes, en caso de empate,
tienen el voto de calidad.
Lo que no admitió el
Gobierno Vasco, arrodillarse ante una empresa familiar que busca su
beneficio económico, lo aceptaron las instituciones canarias. Un
nuevo gesto de rendición y un nuevo hito en el vergonzoso camino de
sustituir nuestro patrimonio cultural y natural por un parque
temático dedicado a la intolerancia y a la especulación.