En algunos sitios
de Canarias, hasta hace algunos años, era común un término que designaba algo
así como el acaparamiento desigual de los recursos que ocasionaba una ventaja
para algunos y una desventaja para otros. Cuando se improvisaban los equipos de
fútbol en los parques y en las calles y un equipo reunía a los mejores
jugadores, descompensando así el partido, no era extraño que el capitán del
equipo agraviado se dirigiese al otro con una queja airada: "¡Tú lo que
quieres es la mamanza!"
En el que fuera
segundo aeropuerto de Fuerteventura, Los Estancos, se están realizando las
obras del primer Parque Tecnológico de Canarias. Se trata de la obra pública de
este archipiélago con más financiación en el año 2013: 20 millones de euros, cuya mayor parte proviene de los fondos europeos. Dos UTEs realizan las obras
en las que trabajan unas 120 personas. La campaña de propaganda que vende el
Parque Tecnológico insiste en que se trata de una obra clave para diversificar
la economía majorera y canaria puesto que será el escenario para la instalación
de empresas de Investigación, Desarrollo e Innovación. La obra es, por tanto,
la creación de una infraestructura con dinero público para que los empresarios,
los pobres, se cobijen en ella para hacer sus negocios: una auténtica mamanza.
El primer parque
tecnológico de Canarias (en el Estado hay más de cuarenta, la mayoría
infrautilizados) es una creación de control y mamoneo político. Se gestiona a
través de una sociedad anónima pública y el capital pertenece en su totalidad
al Cabildo. Su Consejo de Administración es, con alguna excepción, un cónclave
de políticos y funcionarios (con militancia política) que ven de esa manera
aumentar sus buenos salarios con la asistencia a los plenos. Hay miembros de
tres partidos políticos, CC, PSOE y el PPM, algunos de los cuales sustituyen a
anteriores consejeros del PP. Destaca la presencia de un genio del I+D+I,
Domingo González Arroyo, nombrado segundo vicepresidente del Consejo de
Administración y que, a partir de su nombramiento, se bebe los vientos (y
viceversa) por el presidente del Cabildo, Mario Cabrera, que también es
presidente del Consejo de Administración. Tras décadas de insultos mutuos y de
llamarse de todo menos bonito, (Mario lo acusaba de destructor, de marqués y de
facha y Domingo le respondía que era un sectario, un talibán y el medianero de
ATI en Fuerteventura) la mamanza del Parque Tecnológico los ha unido como
baifos que comparten una misma ubre.
Destaca también que
un vocal del Consejo de Administración, Tenesor Martín Torres, sea personal de
confianza del presidente del Cabildo, puesto por el que cobra 4.888 euros
brutos mensuales a lo que habría que sumar las gratificaciones por las
asistencias a los plenos del Consejo. Un doble enchufe sin anestesia. O el caso
de Luis Alba Vilches, un socialista sui genéris al que tampoco le basta con los
emolumentos desorbitados que cobra como director general del Instituto Canario
de Administración Pública (¿alguien sabe para qué demonios sirve ese
organismo?).
Que el Parque
Tecnológico es una mamanza lo sabemos desde sus orígenes. En el año 2009, se le
asignan a dedo 58.000 euros a un empresario vasco, Manuel Cendoya Martínez,
para que preste el servicio de "Asesoramiento para el desarrollo del
Parque Tecnológico de Fuerteventura". La adjudicación a dedo fue todo un
despropósito: en agosto de aquel año se le otorgó la adjudicación definitiva a
ELEMATEC S.L. cuyo representante legal era el mencionado empresario. Por algún
asunto que desconocemos cuatro meses después se volvió a realizar una nueva
adjudicación definitiva, esta vez a la empresa Kunayala S.L., cuyo
administrador único es, nuevamente, el señor Cendoya. La empresa Kunayala. S.L.
fue constituida a finales de septiembre de 2009; dos meses después el Cabildo
de Fuerteventura le da los 58000 euros. Todo parece indicar de que se trata de
una empresa creada ex profeso y como única finalidad para hacerse con esa
partida económica pública.
El Parque
Tecnológico no se sabe para qué se va utilizar, ni qué empresas allí se
instalarán. Si alguna vez se utiliza será para facilitarle a los ricos sus
negocios. Pero de momento está sirviendo para que las empresas constructoras
alivien su crisis. Los 20 millones de euros les garantizan buenos beneficios
(la media de los salarios de los 120 trabajadores no supera los 1000 euros) al
mismo tiempo que generan sobresueldos para los participantes políticos del
Consejo de Administración. Una verdadera mamanza que ilustra como, en tiempo de
crisis, los hábitos de la corrupción continúan vivitos y coleando. Castellón,
Huesca o Ciudad Real cuentan con aeropuertos sin aviones ni pasajeros.
Fuerteventura puede batir todos los récords: contar en un futuro próximo con un
antiguo aeropuerto, lleno de edificios bioclimáticos y corrupción y vacío de
aviones, de sensatez y de humanidad.