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Los emblemas naturales
más reconocidos de Fuerteventura son sus playas. Las playas de
sotavento en Jandía y las dunas de Corralejo están desapareciendo.
Varios estudios científicos demuestran la pérdida de arena debida a
la acción insensata de la (des)planificación urbanística.
Carreteras y núcleos turísticos están impidiendo el aporte natural
de arena hacia las principales playas de la isla. Es algo constatable
a simple vista y en pocas décadas desaparecerán. Guarden las fotografías porque serán solo un
recuerdo. Esta no es una afirmación catastrofista, es una triste
realidad demostrada por estudios (principalmente de la Universidad de
Las Palmas) y por las fotografías históricas que demuestran cómo
Fuerteventura pierde su principal tesoro ambiental y su mejor
atractivo turístico.
Este hecho es conocido
para las administraciones públicas. No se ha tomado ninguna medida
-desde los Ayuntamientos, Cabildo o Estado- para frenar esta
situación. Al contrario, ejemplos como el trazado de la autovía a
su paso por Costa Calma demuestran que la inconsciencia habita en el
seno de las instituciones. Tal es el disparate que en la Playa de
Canarias (así reza el eslogan turístico de la isla) se están
construyendo playas artificiales, un mecanismo mediante el cual se
privatiza el espacio público para mayor gloria de los beneficios
empresariales.
La Rosa del Lago, que
linda con Puerto Lajas, albergaba hasta hace unos años las mejores
gavias de costa de Fuerteventura. El afán especulativo y los
pelotazos inmobiliarios destrozaron este patrimonio agrícola para
permitir la construcción de un campo de golf y un hotel. Por razones
varias el proyecto no salió adelante y desde hace diez años donde
antes había gavias ahora hay trazados de calles, que quedan como
fiel reflejo de una época en la que Fuerteventura se convirtió en
la fruta apetecible de tantos desalmados -políticos y empresarios-
que acumularon fortunas a base de pelotazos.
Los promotores del Plan
Parcial Rosa del Lago vuelven a la carga. Un conglomerado de empresas
radicadas que el sur de Gran Canaria han proyectado en la zona una
playa artificial de 500 metros de longitud. Han solicitado una
Concesión Administrativa por 75 años para prestar servicio de
alquiler de tumbonas y sombrillas, restaurante, bar – terraza y
servicios de ocio deportivo. Parece una cosa de locos, pero la
empresa solicita -y si nadie lo remedia la Dirección General de
Costas se lo concederá- permiso para hacer una playa artificial cuyo
único objetivo es el beneficio privado. En este caso no sirve ni tan
siquiera el chantaje emocional de la creación de puestos de trabajo.
El propio estudio económico del proyecto reconoce la creación de
diez empleos.
La costa es de todos. Es
de los escasos lugares públicos que tiene, sobre el papel,
consideración de bien común. La zona donde se proyecta la playa
artificial es utilizada tradicionalmente como lugar de acampada en
épocas estivales. Es, además Lugar de Interés Comunitario (zona
que
contribuye de forma apreciable al mantenimiento del estado de
conservación favorable de los tipos de hábitat naturales y de las especies que habitan en ella). Se hará un dique y varias plataformas que
afectarán al normal desplazamiento de la dinámica marina. Los
efectos sobre el sebadal de Puerto Lajas y la fauna marina son
impredecibles.
Un
nuevo espacio público será sustraído, la costa majorera será
nuevamente transformada para que unos empresarios alquilen hamacas. Es lo que hay: playas artificiales (y privatizadas) en Fuerteventura, Reserva de la
Biosfera, la Playa de Canarias. Y quienes lo van a permitir organizan
congresos en la isla sobre turismo sostenible. Políticos que se
avergüenzan de su tierra. Corruptos que corrompen hasta el lenguaje.
Miserables que no piensan en el mañana.