martes, 1 de febrero de 2011

Lección de historia a través de la lluvia

El periódico El País publicó hace algunas semanas un (uno más) desquiciado editorial. Evo Morales había decretado el aumento de los combustibles en casi un ochenta por ciento. En realidad el presidente Morales había eliminado las subvenciones estatales a la gasolina cuyo resultado era la equiparación de los precios a los de los países del entorno intentando evitar, de esa manera, el constante contrabando de combustibles desde Bolivia. La medida tuvo una pronta respuesta popular y la gente se echó a la calle. Durante los dos días que duró el decreto El País se frotó las páginas. Inmerso en una continua campaña de descrédito y mentiras hacia Evo Morales de repente el periódico se puso del lado del pueblo intuyendo un desgaste que hiciera tambalear el puesto presidencial. Pero Evo entendió las protestas, retiró el decreto, las aguas volvieron al cauce y El País se quedó descolocado, incómodo, enrabietado. Entonces el editorial dictaminó su visión ética de la democracia: la rectificación era una pérdida irreparable e intolerable de autoridad, no vaya a ser que cunda el ejemplo.

Pero el editorial decía muchas más cosas. Aparte de intentar ridiculizar una vez más a Evo por ser indígena y creer en Pachamama (la madre Tierra para los indígenas andinos) El País sentenció que el problema de las extracciones de crudo y su comercialización en Bolivia era que, tras su nacionalización, las multinacionales extranjeras, las únicas según El País con capacidad de sacar a flote el Estado, no estaban por la labor. Con esta afirmación el periódico se declara, sin ambages, seguidor y vocero del colonialismo permanente. Quinientos años donde las empresas, tan amigas de El País, le han robado todo a Bolivia, hasta con la lluvia lo intentaron.

Ese es el tema de la espléndida película dirigida por Icíar Bollaín También la lluvia. Apoyada en un acertado guión de Paul Laverty, (un asiduo del cine de Ken Loach) la película se nos muestra como una verdadera lección de historia abordando el cine político y evitando dos lastres de este género: el aburrimiento y el panfleto. Con las historias que la cruzan, después de quinientos años, con una naturalidad sobrecogedora, También la lluvia nos recuerda la vigencia de un orden instaurado, el capitalismo, una de cuyas bases fundacionales fue la acumulación de oro y plata de los nuevos territorios conquistados. ¿Hay oro?, se preguntaba Colón a su llegada a las Indias; ¿el agua no tiene dueño?, se preguntaron las corporaciones y el Banco Mundial en 1999. Les respondieron que sí, que era de todos, pero que la cuestión era tan evidente que nunca se habían molestado en sacar los títulos de propiedad. Entonces se desató, en Cochabamba, la Guerra del Agua y, en la película, a Colón, a Bartolomé de Las Casas y a la mentalidad blanca, los coge dentro. Los escenas contrapuestas de los dos tiempos de la cinta son espejos que reflejan dos épocas pero una misma injusticia.

En una historia en donde el protagonista es el pueblo, la película está, además, maravillosamente interpretada: los profesionales metidos en su papel, los indígenas metidos en el suyo, resistiendo. ¡El agua es nuestra, carajo!, ponía la pancarta más emblemática de aquella guerra que ganaron los buenos. Es posible que algo parecido dijera alguna voz anónima en las manifestaciones de la recreación cinematográfica. A aquella sublevación popular que consiguió que se derogara la ley que privatizaba el agua se habían unido los cocaleros. Uno de ellos se llamaba Evo Morales, un indígena. No sale, pero sí está (a pesar de El País), en la película.

4 comentarios:

  1. Los medios de comunicación en general mantienen una postura sesgada respecto de las políticas desarrolladas por muchos líderes sudamericanos, sobre todo en cuanto a sus decisiones de política económica. Lo normal, o al menos esa es mi percepción; se tiende a favorecer mediáticamente las decisiones tomadas por líderes conservadores, dándole un tratamiento positivo. No hay más que ver el tratamiento en los medios que recibía un líder conservador como Álvaro Uribe en Colombia y el que recibe Hugo Chávez como líder político en Venezuela. Lo que demuestra lo que en alguna ocasión denunció Saramago. Decía que la objetividad periodística era una ilusión de buenas intenciones.
    Respecto a la película, me parece que el guión es un acierto enorme de Paul Liverty. En el cine en general se han tratado muy poco las luchas y reivindicaciones sociales con tintes ambientales o ecologistas. Ahora mismo solo recuerdo Wild River de Elia Kazan (1960). Destacaría la escena en la que el equipo de la película se entrevista con la máxima autoridad política en la ciudad. Momento en el que el director (que durante toda la película no es capaz de darse cuenta de que la historia está ocurriendo a su alrededor y no hace 500 años) se cree con la autoridad moral y ética suficiente para recriminar al alcalde su posición en el conflicto del agua y éste le devuelve la pelota acusándolo de que está utilizando extras para su película por un precio irisorio. Después de más de cinco siglos la explotación es la misma aunque realizada por vías económicas mucho más sofisticadas.

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  2. los medios afines a cualquier poder son la censura moderna,serpenteante ,reptando sobre hojas de papel preferiblemante con fondo verde y cifra de tres digitos impresa,buscando signos de expresion libertaria que asfixiar cual piton mediatica . EL CHICO, IL NOVECENTO,TUAREG,GUARAPO,LOS SANTOS INOCENTES,DERSU USSALA, GUANTANAMERA,TAMBIEN LA LLUVIA,LA ESTRATEGIA DEL CARACOL: GRACIAS por contar parte de la verdad de forma tan entrañable.

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  3. Con tu permiso me llevo este maravilloso artículo a un pequeño lugar, por supuesto diré que es de tu autoría.

    Magnífico.

    Un abrazo.

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  4. Maravillosa...fantástica...comprometida...y muy sutil cómo nos pone ante el espejo para demostrarnos que somos unos hipócritas.

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