El presidente de
Canarias, derroche de intelecto, nos ha sorprendido con una sentencia
filosófica, mitad aforismo, mitad metáfora de nuestro tiempo.
Dijo Fernando Clavijo,
que así se llama la criatura, lo siguiente: Las personas que no
se presentan a las elecciones son más propensas a la corrupción.
Lo dijo como si fuera un médico que, con un cigarro en la mano, le
dice al paciente que no fuma que tenga cuidado, porque no fumar lo
hace más propenso a enfermar de bronquitis.
Pensemos lo que ha dicho
el hombre. Usted un buen día se levanta y, como nunca se ha
presentado a las elecciones, le empieza a entrar un cosquilleo, un no
sé qué inexplicable que le convierte en una persona sospechosa,
susceptible de ser corrupta. Le pone el desayuno a sus hijos y los
engaña con el azúcar, con la mantequilla, con las tostadas; de cada
producto se queda un porcentaje y lo va metiendo en la lata b de las
galletas María hasta que pueda utilizar lo acaparado sin que nadie
lo detecte.
Se va al trabajo o la
oficina del paro. Intenta engañar al conductor de la guagua o
soborna al gasolinero o chantajea al policía que le quiere multar.
Roba el periódico en el estanco y le cuela un billete falso al ciego
que le vende la lotería.
Así va estar usted todo
el día, desde que se levanta hasta que se acuesta. Un sin vivir. Su
vida es un engaño continuo por no haberse vacunado contra la
corrupción poniendo su jeta en un cartel electoral. Hasta que no se
presente a unas elecciones usted piensa en b, o en negro, o en
diferido.
Los partidos saben que
usted es sospechoso, saben que es un corrupto potencial, que está
programado genéticamente para ser corrompido. Y hacen todo lo que
pueden por reeducarlo socialmente. Le ofrecen un cargo de confianza,
le proponen contratar a su hermana o a su sobrino en el ayuntamiento,
le aseguran que el material de oficina lo comprarán en la librería
de su cuñado y las farolas en la empresa de su padre. Le proponen
recalificarle ese terrenito que estaba protegido y le ofrecen unas
vacaciones pagadas en un hotel de lujo para aislarlo de los comunes y
corruptos mortales. Le arreglan la acera de su calle, le asfaltan la
calle donde vive, le alquilan un local de su propiedad como almacén
municipal, le otorgan una subvención diseñada para usted. Le abren
una cuenta en Suiza, le montan una empresa opaca en Panamá y le
ofrecen un listado de testaferros dignos de toda confianza.
Si usted pasa todas esas
pruebas con solvencia ya está listo para blindarse contra la
corrupción. Usted ya ha sido reeducado, usted ya puede ir en una
lista electoral, usted ya es insobornable. Usted ya está domesticado
para ayudar a otros ciudadanos que, como usted antes de presentarse a
las elecciones, iban de por libre creyendo que los políticos
profesionales como Clavijo tienen todas las papeletas para ser unos corruptos y que, además, les falta un hervor.
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