El 30 de
mayo de 1983 se celebró la primera sesión del Parlamento de Canarias. Los
políticos, pagados de sí mismos, decidieron homenajearse proclamando ese día el
Día de Canarias. Cada año, ese día, este país desahuciado, con los indicadores
sociales más desastrosos del Estado, se pone el fajín y las enaguas, se
embriaga de ron y vino, agarra el timple y celebra los tópicos que nos
conmueven. La casta política se muestra orgullosa y a sus miembros les entra un
subidón de canariedad al borde de la sobredosis. Al día siguiente vuelven a la
realidad y dedican todo su empeño a perpetuar sus privilegios, a destruir
nuestros horizontes, a mentirle a la mismísima verdad.
A las
personas que luchan por esta tierra y su sociedad los 365 días del año le
dedicamos este poema, variación libre y adaptada de la canción O Meu País de
los músicos brasileños Orlando Tejo, Gilvan Chaves y Livardo Alves.
Mi país
Un país que a sus
pobres margina
que no oye el
clamor de los olvidados
donde los humildes
jamás son escuchados
y una elite sin
moral es la que domina.
Que permite la
injusticia en cada esquina
y nos mueven como
fichas en su parchís
donde el turista
con dinero es un ser feliz
pero se excluye a
la gente sin papel
puede ser el país
del oropel
mas no es, con certeza,
mi país.
Un país donde las
leyes son desechables
por ausencia de
códigos correctos
donde gobierna el
pretérito imperfecto
y nos reparten
migajas, los miserables.
Un país donde las
personas respetables
no tienen voz, ni
marcan la directriz
pero donde los
corruptos tienen voz y tienen bis
una tierra que
manda su futuro al garete
puede ser el país
del tenderete
mas no es, con
certeza, mi país.
Un país que a sus
jóvenes ha ignorado
y a las ciencias y
a las letras no respeta
donde la sanidad
es una lista que solo espera
que la operen en
un hospital privado.
Un país donde la
escuela ha claudicado
y ha arrancado a
la rebeldía de raíz
que sostiene que
luchar es solo un matiz
del que hay que
olvidarse en cuanto antes
puede ser el país
de los farsantes
mas no es, con
certeza, mi país.
Un país que
celebra el carnaval
y ante la
injusticia, calla y calla,
donde alzan
monumentos a los canallas
y cuestionar el
poder está muy mal.
Un país que lo ve
todo normal
porque siempre nos
quedará Madrid
que se niega a ser
buen aprendiz
si tiene que
aprender de los errores
puede ser un país
de perdedores
mas no es, con
certeza, mi país.
Un país, verdadera
encrucijada
del dinero que con
esmero blanqueamos
un archipiélago
del que a veces renegamos
para ser
periféricos de la nada.
Una tierra
fratricida disputada
dividida por una
oscura línea matriz
un país que avanza
cual lombriz
y donde se
silencia al que disiente
puede ser el país
de los ausentes,
mas no es, con
certeza, mi país.
Un país que
esconde su identidad
que sepulta y
destruye sus emblemas
que prefiere
mantenerse con cadenas
aferrado a la
global vulgaridad.
Un país que tiene
incapacidad
de cerrar con
orgullo la cicatriz
que se conforma
con llamar millo al maíz
y festeja ser país
un solo día
puede ser el país
de la hipocresía
mas no es, con
certeza, mi país.