I
Lo cuenta José Rial Vázquez, periodista y miembro del PSOE cuando el golpe de Estado de 1936 aniquiló la democracia. Detenido en Santa Cruz de Tenerife, fue encerrado en el Santa Rosa de Lima, uno de los barcos que en la bahía de aquella ciudad funcionaron como prisión flotante. Aquellos barcos conformaban unas islitas siniestras a las que se les denominó Archipiélago Fantasma. Junto a aquel buque fondeaban, compartiendo su macabro fin, el Gomera, el Adeje y el Santa Elena. Repletos de hombres acusados de ser leales a la República , los días transcurrían con la magua y el susto metidos en los cuerpos. Para mantenerse entretenidos decidieron editar algunos periódicos: el Ratonerías, el Katipunan, el Rataplán y alguno más. Los escritos pasaban a duras penas la censura y otra veces circulaban de manera clandestina. Al poco se desató la polémica, un reflejo satírico de lo que sucedía, no se sabe desde cuándo, en el Archipiélago real: cada una de aquellas islas navales reclamó para sí, a través de su prensa, la capitalidad del Archipiélago Fantasma.
II
Un proyecto de promoción turística fue patrocinado por Cabildos y otros palacios del poder. Centrado en el paisaje volcánico, pronto empezaron los problemas: había que elegir un volcán representativo de estas islas. Para no herir susceptibilidades se eligió un volcán submarino que, dicen, emite lavas ocasionales entre Tenerife y Gran Canaria. Gracias al volcán intermedio se superó la crisis, se diseñó un DVD promocional y se mostró, antes de su difusión, a las instituciones que habían puesto las perras. Todo fue bien hasta que el político de Gran Canaria encargado de bendecir la operación puso el grito en el cielo. El video hacía un recorrido sobre los espacios emblemáticos de Canarias donde las lavas y la erosión habían modelado el territorio. Cuando la cámara pasó por el Bentayga detrás apareció, cosas de la geografía, el majestuoso Teide. "Ese Teide -ordenó el político bastante contrariado- me lo quita de ahí". En el video definitivo una nube artificial tapa, por orden gubernativa, la belleza de allá enfrente.
III
Durante años el padre de una amiga sufrió alzheimer antes de fallecer. En sus últimos meses ya no reconocía a su esposa, ni al resto de su familia, ni los lugares que lo rodearon toda la vida; en él habitaba el olvido permanente. Pasaba el tiempo entretenido viendo la televisión abrigado en su silencio. En esos momentos solo una cosa le sacaba de su desmemoria: si la tele emitía alguna noticia de la isla de enfrente el hombre se envenenaba y lanzaba maldiciones y reproches: "esos granujas lo quieren todo para ellos." Qué machaque tuvo que haber sufrido aquel cerebro para que su último resquicio de memoria no se agarrara a sus amores sino al pleito entre islas de un mismo archipiélago.
IV
Antes de este último verano casi doscientas personas de distintos ámbitos científicos redactaron y firmaron un documento en favor de la protección de una montañita insumisa que responde por el nombre de Tindaya. Una parte importante de aquellos firmantes ejercen la docencia y la investigación en las dos universidades canarias. Cuando se le preguntó al máximo valedor del proyecto de agujerar la Montaña -el presidente del Cabildo de Fuerteventura, Mario Cabrera- cuál era su opinión sobre esa petición de amparo científico, el hombre se limitó a desprestigiar la propuesta porque estaba hecha por gente de afuera, de otras islas, que no quieren que Fuerteventura progrese. Para el Presidente, miembro del partido que inunda los medios con la cantinela de que somos una tierra única, la comunidad científica canaria es de allá afuera. En su fuero interno, en cambio, debe pensar que Chillida, sus herederos y los Fernández Ordóñez son de Tiscamanita.
V
Vivimos en un Archipiélago de risa, único lugar del mundo que tiene una capital compartida. Los pleitos insulares, lo sabemos, los generan las élites políticas y económicas y los difunden y explotan los medios de persuasión, pero terminan idiotizando a una parte, nos tememos que cada vez más grande, de la población. A finales de agosto una noticia fue incluida en varios periódicos insulares: un calamar gigante apareció muerto en las costas canarias. El problema fue que las mareas, irreflexivas y arbitrarias, lo vararon en una playa de Tenerife en vez de repartir sus rejos -por el sistema de triple paridad- por todas las islas. El pobre calamar, desconocedor de nuestras miserias, no sabía dónde se metía. La noticia, que se suponía tenía un interés zoológico, derivó, a través de los comentarios de los lectores, en un disparate sobre el pleito insular tan absurdo que, como en toda tragicomedia, produce sonrisas y pena. Y hasta un poco de miedo.
PD: la noticia y los comentarios se pueden consultar entrando, por ejemplo, en:
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=226763&p=2
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=226763&p=2
Y con estos mimbres que cesto haríamos si nos independizamos?Arrllense un millo que el conejo ya nos esrrisco la perra
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