jueves, 1 de mayo de 2014

Un dichete pa'l Arena


Entrevistamos a don Bernardo Cerdeña, ganadero, majorero, de más de setenta años y cuya familia paterna y materna procede del centro de la isla. Vive en Casillas del Ángel y tiene un humor envidiable. Sabe de muchas cosas y, además, es una enciclopedia sobre las penurias, las cabras, las ovejas, las vacas, la cal y la toponimia de la Vega de Casillas y Tesjuate. Paseamos en coche y a pie buscando majadas, fuentes, lomos, degolladas, morros y corrales. Nada más ver que nos acompañábamos de un palo nos dice: Usted sabe que en otras islas a ese palo con punta le llaman lanza, pero nosotros aquí siempre lo hemos llamado lata. Es un dichete que nosotros tenemos para la lanza. Son lo mismo.

El dichete forma parte del léxico canario en sus islas orientales. Para don Bernardo tiene valor de sinónimo, pero su uso más generalizado es el de apodo, sobrenombre, en fin, un mombrete. Los dichetes no solo se le ponen a las personas, sino a las cosas. En Puerto Cabras la escultura más conocida y popular se encuentra en una rotonda. Su nombre originario es el de Monumento a la Concordia pero todo el mundo la conoce como las Culonas. Ejemplos como este hay muchos en Canarias: las denominaciones populares son más identificativas, proceden del pueblo y se quedan para siempre.


En sentido contrario van las denominaciones institucionales, sobre todo de un tiempo a esta parte. En Antigua el año pasado se celebró una carrera donde los participantes corrían con sus perros. Podía haber sido la primera Carrera con perros pero, como el mundo se nos queda chico, los organizadores, Ayuntamiento incluido, la denominó la 1ª Dog Running. Pero, eso sí, nos sentimos orgullosos de haber espantado a los ingleses en la Batalla de Tamasite.

En Las Palmas han inaugurado un pabellón deportivo que algún iluminado ha decidido llamar Gran Canaria Arena, un nombre tan pretencioso en la búsqueda de la internacionalidad que termina por ser impersonal, plano, desarraigado. Es la marca del imperio comercial deportivo, tan absurda como haber querido denominar al Estadio Insular como el Paseo de Chil Square Garden.

Lo de Arena tiene su cosa. Palabra latina que fue utilizada para designar a los circos y otros establecimientos del Imperio romano, fue asimilada por otro Imperio, el estadounidense, que empezó a denominar así a varias canchas para la práctica del baloncesto. Y como ese país convierte en marca todo lo que toca, hoy hay Arenas hasta en Ucrania. Y por supuesto no íbamos a ser menos, no vayamos a quedarnos fuera de los mapas y de la contemporánea toponimia deportiva.


Cuando se entra en Las Palmas por la carretera del norte un moderno puente nos mete en la capital. Al poco de ser inaugurado ya tenía su dichete popular: si en Estados Unidos tienen el puente de San Francisco, el nuestro es el de san Pacuco. A ver cuánto tardamos en llamar al Arena ese como se merece y manda la imaginación popular.

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