sábado, 22 de octubre de 2011

Como vivir en nuestro desierto

(Pinchar sobre la imagen para ampliarla)

Podrían ser árboles fosilizados de cuando Herbania hacía honor a su nombre, restos de un bosque petrificado, vestigios gigantescos de savia derretidos por el sol. Estos árboles de tierra han visto pasar la historia de una isla. Toda su historia, no sólo la nuestra, tan mediatizada por la subjetividad. La historia geológica no tiene héroes, ni batallas, ni inventos, ni golpes de Estado, ni banderas. Pura orgía energética organizada (o desorganizada) por tan solo cuatro elementos: tierra, fuego, aire y agua.

Estos árboles nacieron hace milenios. Están dulcemente posados sobre la ladera de un barranco majorero, agarrados a su destino. Sus raíces enormes los mantienen vivos, buscando el agua que no hay para hacer brotar las hojas que no tienen. Este fantástico bosque existe, precisamente, porque no existen los de verdad. Si existiesen, los elementos se habrían dedicado a otros menesteres porque el agua y el viento no habrían podido arañar la tierra protegida. Bueno, también existe porque el estallido inmobiliario llegó antes de que les injertaran adosados a sus troncos.

El bosque fantástico clama al cielo, resiste los intentos de tala, junta a sus árboles y de vez en cuando pare nuevas ramas. Llevaba siglos viviendo en la clandestinidad hasta que el Google Earth lo descubrió escondido, jareándose mirando al sur. Aunque parezca agónico los latidos de la madre tierra confirman que vive. Mantiene sus constantes vitales, a pesar de los empeños para desconectarlo para siempre.

5 comentarios:

  1. Precioso el artículo. ¡Gracias por contarlo tan bien!

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  2. Una razón más para amar ese sensacional desierto que hay en Fuerteventura

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  3. Enhorabuena por el artículo, gracias por enseñarnos la vista ¿Por dónde queda?

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  4. Hola a todos/as: el barranco en cuestión es uno colindante al de Río Cabras. Va a desembocar al aeropuerto. Si buscan en el Google Earth la zona del aeropuerto verán de donde obtuve la foto.
    Abrazos, Jesús

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  5. José Iglesias Fernández24 de octubre de 2011, 10:06

    La naturaleza tiene ojos, los que la miran y admiran; y también corazón, el de quién la quiere y la defiende. Mi amigo Heráclito me lo enseñó: todo nace y renace; todo es y no es; podemos admirar y amar la nautaleza porque existimos; por si sola, ella no sería amada ni admirada, viviría pendiente de su propia depredación; tampoco sin ella podríamos subsistir para dedicarle este acto de amor. El amor siempre necesita del encuentro entre dos amantes.

    José Iglesias Fernández

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