Hay hechos que desvelan
la ignorancia, actos que dejan a sus actores desnudos, solo arropados
por su desvergüenza. En estas situaciones la clase política suele
salir mal parada porque el conocimiento (y el fundamento) es
inversamente proporcional a los sueldos que ganan. Cuanto más grande
es su ignorancia mayores son sus posibilidades de ascender en un
ecosistema donde lo importante no es la preparación ni la cultura
sino la debida obediencia al jefe de la manada. En este escenario
político plagado de gente incapaz y analfabetos funcionales el
Cabildo de Fuerteventura hace méritos constantes para obtener el
doctorado en incultura, especialidad en ineptitud.
Debe de ser el primer
caso en la historia -desde que la Unesco en 1972 creó la categoría-
que una institución rechaza que un espacio del territorio que
gestiona sea declarado como Patrimonio de la Humanidad. Mientras
ciudades y países luchan enconadamente por entrar en la selecta
lista de lugares declarados como Patrimonio de la Humanidad, en
Fuerteventura CC, PSOE y PP han votado en contra de la propuesta de
Podemos de incluir la montaña de Tindaya en el listado porque
consideran que la disparatada idea de un artista muerto supera a la
UNESCO, a la humanidad y a las federaciones intergalácticas.
Se da la circunstancia,
para mayor oprobio nuestro, que semejantes iletrados votaron a favor
recientemente para que una singular cueva de Gran Canaria (Risco
Caído) sea designada como Patrimonio de la Humanidad. Estos
bárbaros, que tienen incorporados en sus discursos políticos el
maltrato sistemático de las islas centrales hacia Fuerteventura,
utilizan la institución insular para promover los valores
patrimoniales grancanarios porque, según sus livianas entendederas,
el patrimonio majorero solo podrá adquirir dimensión internacional
cuando un artista vasco pueda cumplir su megalómano sueño desde el
más allá.
Pero, por si faltaba
algún conejo para enriscar la perra, el presidente del Cabildo ha
intentado contarrestar la trascendencia mediática que ha tenido la
vergonzosa decisión con un argumento científicamente irrebatible:
Brad Pitt, en su reciente visita a Fuerteventura, le confesó que ya
tenía situada la isla en su mapa (the Pitt's map) gracias a la obra
de Chillida. Desconocemos el nivel de dominio del inglés americano
de Marcial Morales pero sabiendo de su capacidad para mentirnos
(antes de ser presidente prometió hacer una consulta popular sobre
Tindaya) lo mismo el bueno de Brad lo que le preguntó fue sobre el
cultivo de la cochinilla. Pensándolo con calma, lo mejor que han
podido hacer estos totorotas es votar en contra de que Tindaya sea
Patrimonio de la Humanidad: en la UNESCO podrían flipar con
nosotros.
Creo que equivoca usted el tiro al situar el centro del conflicto en insularismos varios. Aquí no hay patrias, el que manda es el dinero (el que los de arriba puedan trincar por debajo de la mesa).
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