martes, 20 de octubre de 2015

Disquisiciones masculinistas (con perdón)



Vean ustedes el vídeo. Dura solo un minuto. Verán todas las burradas que se pueden decir en un minuto en el ámbito público. Imagínense en el privado. El que habla, el alcalde condenado por prevaricación, da una lección de semántica sin que nadie se la pidiera. Es más, imparte la osada y magistral clase de lingüística interrumpiendo a la concejal que presenta una moción de condena de la violencia machista.

En ese ambiente el macho de las dunas se encuentra como sanguijuela en la charca. Sabe de lo que habla. Hace años se refirió a la política Cristina Almeida expresando (es un decir) que hubiera optado por el celibato si todas las mujeres hubieran sido como ella. Luego le tocó el turno a Olivia Estévez, que se presentaba a las elecciones municipales en el marquesado del macho, advirtiéndole (es otro decir) que ninguna hembra desfondada le iba a quitar la alcaldía de La Oliva. Y, cuando por fin una mujer, Claudina Morales, accedió a la alcaldía, se despachó con ella por ir al Ayuntamiento con minifalda y pantalones ajustados. Con este currículo (que se sepa) se considera lo suficientemente preparado para explicar a la corporación y al mundo en general el error de una palabra -machista- que, cual cruzado, intenta que desaparezca del vocabulario de la mujer (sic).

En el pleno del vídeo la concejal habla de los asesinatos machistas y el Marqués se da por aludido. Y el hombre, masculinista él, se manda un un soliloquio que no se aclara. No sabe distinguir entre sexo y género como tampoco sabe distinguir entre democracia y lo que él practica. Y ya no sabemos si el cargo le sigue quedando demasiado grande, el diccionario demasiado chico o ambas cosas.

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