Leo con estupor un artículo de Juan Jiménez, alcalde de Puerto del Rosario, titulado Barrer y dejar el cepillo tirado, publicado en el diario digital Canarias Ahora. Aunque hace mucho tiempo que me espero cualquier cosa de los políticos profesionales, de aquellos que han convertido la política en una profesión, y aunque mi capacidad de asombro va aminorando con los años, no quiero dejar sin exponer la réplica cuando se insulta a mi inteligencia y a la de muchos de los residentes en Fuerteventura.
No entraré en detalles sobre el estilo del artículo de Juan Jiménez y sobre su capacidad de decir muy poco con muchas palabras. Al fin al cabo serían apreciaciones subjetivas y tengo poco tiempo para hacer comentarios de textos de la clase política. Iré, pues, al grano, para no perderme entre molinos dialécticos.
En su texto, en dos ocasiones, centra toda la culpa de la proliferación descontrolada de parques eólicos y fotovoltáicos a Coalición Canaria, explicitando que ese era el partido que gobernaba la anterior legislatura cuando se aprobaron, vía declaración de Interés General, Público o Estratégico, las instalaciones que ya están destrozando, de norte a sur, Fuerteventura.
Esa afirmación es rotundamente falsa. Una gran parte de esas instalaciones fueron aprobadas en diciembre de 2015 y parte de 2016. Por aquel entonces CC y el PSOE vivían en el Gobierno de Canarias en feliz armonía, hasta que la pretensión del consejero de Sanidad, Jesús Morera, de acabar con los conciertos privados y los tratos de favor que perjudicaban a la sanidad pública hizo que Coalición Canaria, siempre tan arisca como animal de compañía, mandara al PSOE a freír chuchangas. (https://www.energias-renovables.com/eolica/diecinueve-parques-eolicos-canarios--de-interes-20151213 )
No obstante, demos por bueno que la mayor responsabilidad de los permisos otorgados y las facilidades dadas a las grandes empresas del sector para que se hagan con tremendo negocio a costa de nuestro territorio, sea de Coalición Canaria durante la anterior legislatura. Pero lo que viene a continuación no casa con esa capacidad del alcalde de tirar balones fuera.
En el BOE del 15 de diciembre de 2020 se publica la Declaración de Utilidad Pública del parque eólico Puerto del Rosario, sí, ese que le plantaron a los vecinos y vecinas de El Time y alrededores delante de sus casas, como podemos ver en la foto que ilustra este artículo.
Naturgy, la empresa agraciada, solicitó a la Dirección General de Energía del Gobierno de Canarias la mencionada declaración (la que le permite saltarse muchos trámites y ocupar los terrenos que mejor les cuadren). El expediente comienza su curso y es enviado —porque así es preceptivo— al Ayuntamiento de Puerto del Rosario. Se abre el periodo de alegaciones públicas y el Ayuntamiento —presidido por Juan Jiménez— no dice esta boca es mía y mira para otro lado, para donde soplan los vientos de la especulación. Tampoco el Cabildo, que estaba informado, realizó ninguna alegación.
La Declaración de Interés Publico del parque es aprobada —con las alegaciones de algunos vecinos /as y sin ninguna alegación de nuestras instituciones— el 30 de noviembre de 2010 por la Directora General de Energía del Gobierno de Canarias. (https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-B-2020-47256&fbclid=IwAR3jWfhtZWHB-O6rlacosUF_qf3YckEzUovNH7pG_3FSSvDW3AkF3cLmKFs)
Durante todo ese tiempo, de marzo a noviembre de 2020, en ninguna de las tres instituciones implicadas gobernaba Coalición Canaria. La Declaración fue aprobada por el autodenominado gobierno de progreso o del cambio y ahí no estaba CC; en el Cabildo de Fuerteventura, que no mostró oposición ni realizó alegaciones, tampoco estaba CC y en el Ayuntamiento (cuyo pacto debe de ser el del despiste) tampoco estaba CC.
Como no creo en los milagros (aunque el Atlético este año me concedió uno) no espero ejercicios de veracidad en la clase política porque la demagogia consustancial a su ejercicio se lo impide. Pero cuando la realidad está publicada en un BOE lo mismo valdría la pena el reconocimiento del error. Sé que no están acostumbrados, pero qué fácil hubiese sido explicar que se equivocaron, que los cogió con el pie cambiado, yo que sé, cualquier frase de disculpa y propósito de enmienda, incluso utilizar la emérita fórmula de «lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir». Superada la sorpresa por la falta de costumbre seguro que la ciudadanía lo agradecería.
Tampoco nos sorprenderemos si mañana aparecen todos (los políticos) en la concentración donde se demanda, precisamente, que tengan un poquito de cabeza. Lo malo es que, por la tarde lo mismo cortan la cinta de inauguración de algún parque de interés empresarial. Es todo tan extraño.
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